Reflexiones de Infancia
En otra entrada estuve hablando de mi infancia y de
cómo Dragon Ball Z cambió mi perspectiva de muchas cosas y me introdujo muchos valores
que aun sigo conservando. En la entrada de hoy quería hablar de una serie que
me impactó en el mismo grado que Dragon Ball Z, pero en mi etapa de educación
secundaria, esta serie era Naruto, (Como no, otra serie de esas chinitas
pensareis) una obra maestra del dibujante Masashi Kishimoto. Cuando era pequeño
esta serie me gustaba tanto que no paraba de dibujar, y de hablar de ella con
mis amigos, pero unos cuántos chicos de clase les parecía algo “friki”, por lo
que no hacían más que repetírmelo. Poco a poco, más gente decía que ver esas
series era de gente rarita o friki, y a mí me afectaba mucho, puesto que la
serie me gustaba, y era imposible que no me mirasen y quisiesen decirme algo
para cachondearse de mí. No llegaba nunca a la agresión, pero este tipo de
bullying me afectaba en todos lados en los que me relacionase con gente de mi
edad, en el pueblo en el que vivía. Cuando iba a fútbol, era el friki, cuando
alguien no me conocía, me presentaban como el friki, sin tener en cuenta si me
dolía esa palabra o no. Claramente me jorobaba, porque lo decían a maldad.
Yo seguía en esa vorágine de insultos entre los que se
hacían llamar mis compañeros, hasta que un día, encontré un nuevo amigo al que
le gustaba Naruto tanto como a mí, por lo que no parábamos de hablar sin parar.
Un día, este chico vino a visitarme, a pasar el día conmigo, y cuando los demás
compañeros que tenía vieron que era como yo y que le gustaba lo mismo, no
dudaron en hacerle la vida imposible. Ahí abrí los ojos, y aprendí que la gente
así no merece la pena, no tienen por qué gustarle lo que a mí, simplemente
quería que dejasen de molestarme, a mí y a mi nuevo amigo, por lo que no volví
a quedar con esta gente que se hacía pasar por compañeros pero en realidad solo
buscaban que te sintieses mal contigo mismo. Hoy en día, el chico con el que
hablaba de Naruto sigue siendo mi mejor amigo, y apostaría un ojo al decir que
seguirá conmigo toda la vida, sin embargo, los demás chicos de mi barrio, los
que se hacían llamar mis compañeros, no son amigos ni entre ellos mismos, ahora
están solos, y no tienen amigos que hayan durado tanto tiempo como los he
tenido yo, por el simple hecho de no juzgar a nadie por lo que le gusta. El
bullying está presente en todos, y pararlo o enfrentarte a él en ocasiones es
algo personal.
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